sábado, 27 de junio de 2015

'Kill the Messenger'

No es una superproducción, pero sí una historia que parte de la vida real y que resulta más que interesante porque, aunque es posible que muchos conozcan los intríngulis del asunto, siempre serán muchos más cuando vean el filme.
Basado en los reportajes y el subsiguiente libro de Gary Webb y Nick Schou, con guión de Peter Landesman, nos cuenta la historia de ese Gary, reportero de investigación de un periódico de baja tirada en California que, casi por casualidades del destino, empieza investigando a un mafioso que está siendo juzgado y todo deviene en algo de alcance e impacto formidables. Porque no eran simples mafiosos de la droga: era toda una enorme conspiración creada por la CIA para utilizar a la gente de la droga en Nicaragua para llevar a USA toneladas de cocaína y crack y venderlas allí; ¿para qué? Para recaudar fondos y con ellos comprar armas para los “contras”, o sea, las fuerzas de derecha que combatían en esa nación al gobierno revolucionario que había sacado del poder a los Somoza.

Ahora bien, como comprenderán, enfrentar a un poder tan desmedido y expeditivo como esa agencia de espionaje no es cosa fácil, y eso lo comprenderán mejor cuando vean la película.

Detective Willy

Usted va a ver esta película de José María Cabral y, al salir, es muy posible que le esté flotando en la cabezota algo como “vaya, qué buena idea tuvo José María”.
En efecto, insistimos entonces, eso fue precisamente lo que estuvimos pensando casi desde el mismísimo inicio de esta historia: que es una buena  idea para plantear una parodia sobre las cintas de detectives privados al estilo Raymond Chandler y su Philip Marlowe.
Pero... ahí viene eso, el tal pero.
Porque en cine, un filme, no puede limitarse a un punto de partida por genial que sea, y entonces, cuando comienza a activarse ese relato en el cual vemos que el simple policía de aldea Willy se la pasa soñando con ser un detective como el que ve en una película, cuando se mezcla el discurrir diegético del Willy real con la vida fantasiosa del personaje del filme admirado, empiezan los problemas.
Y que haya momentáneas confusiones es lo de menos, porque eso se resuelve.
El problema es el desarrollo de la historia, que comienza bien cuando, en la confusión de los papeles que ordenan el destino de Willy y el de el oficial Brus García, nuestro héroe va a dar a Santo Domingo y a una unidad especializada en investigaciones de la policía, unidad que al parecer no dispone de archivos (en esta era digital, resoplas) para verle la cara a un designado real y confrontarlo con el otro.

sábado, 20 de junio de 2015

‘Gett: el juicio de Viviane Amselman’

Es muy posible, por no decir seguro y pecar de exagerado, que nueve de cada diez cinéfilos de Santo Domingo (que no escuchen “Cineastaradio” de lunes a viernes, a las 11 a.m. por La Nota Diferente) no hayan escuchado nada en absoluto sobre este filme, “Le proces du Viviane Amselman”.
Porque, como es natural, en él no aparecen famosos actores o actrices, no hay diez docenas de acribillados a balazos ni  media docena de desnudos. Por lo cual, se entiende, no nos llega desde Hollywood.
Pero resulta que este filme es israelí. Y resulta también que es, como señalamos arriba, absolutamente brillante y, cuando esto decimos, algunos deben saber que nunca hemos estado de acuerdo con la política de los israelíes y, a pesar de elloÖ
Pero es que una cosa es Netanyahu y otra muy diferente una pareja de hermanos llamados Ronit y Shlomi Elkabetz, quienes escribieron el guión y dirigieron esta película.

¿Y saben de qué trata? Pues, simple y sencillamente, de un juicio por divorcio: Viviane quiere divorciarse de Elisha, ante lo cual, muy probablemente, algunos de los lectores se dirán: ¿y voy a perder mi tiempo viendo un juicio por divorcio? Para eso mejor voy a un juzgado aquí.

‘ El gran maestro’, muy buena, pero no tanto

Un director como Wong Kar Wai, de quien hemos visto una obra formidable como “In the mood for love”, no podía decepcionarnos.
Pero, a pesar de ello, tampoco hacernos gustar tanto de este su presente filme como ese otro mencionado. “The Grandmaster” nos gusta, pero dista mucho de que nos apasione.

La historia que narra en esta oportunidad como guionista y director, se desarrolla en la China continental y en Hong Kong, y sus personajes centrales son todos o casi todos miembros de grupos expertos en artes marciales, sobre todo en la técnica denominada Tai Chi. La rivalidad entre ellos se expone durante más de 20 años y todo gira alrededor de una figura central dominante, Ip Man, que es el llamado Gran Maestro, y sobre su rival, que es una hermosa mujer joven y otro Maestro, todo aquel relato envuelto en momentos de la guerra chino-japonesa que se inició en los años 30 y que, al terminar, hizo que el Ip Man se trasladara a Hong Kong para tratar de subsistir con su familia, pero que, de todos modos, hasta allá le sigue el encono y la rivalidad de siempre porque, entre ellos, esos enfrentamientos se constituyen en algo fundamental en su honor como luchadores.

sábado, 13 de junio de 2015

‘Una espía despistada’



Se trata de una parodia, sí. Pero las parodias, como todo en el cine, como todo en la vida, tiene sus reglas. Si nos presentan a la gordita Susan Cooper (eufemismo, Melissa McCarthy), como una oficinista en la CIA, eso quiere decir que ella no es una agente activa, o sea, que su trabajo esencial es lo que está haciendo: asistir a un agente activo que, en el presente caso, es Bradley Fine (Jude Law). Ella le acompaña en sus misiones a través de su PC, a través de esa conexión ultra-maravillosa que establece con la cámara que lleva el agente y la pantalla de ella en la oficina.
Es entonces parodia que, aparte de ella poder ver lo que enfoca la cámara que lleva el agente, resulta que ve todo lo que hay en el lugar donde interviene Bradley, lo cual es un absurdo porque es de suponerse que antes de la misión de este agente tuvieron que ir otros a poner cámaras en todos los más recónditos rincones del lugar intervenido.
Perfecto: lo aceptamos como bueno y válido porque es una parodia, aparte de que aceptamos además las hazañas del agente capaz de (con la ayuda de la Susan) luchar a tiros u a golpes con dos docenas de bribones bien armados sin apenas estrujar el traje.
Y por esa misma razón aceptamos, más adelante, que como la muy malota líder de los villanos conoce la identidad de los agentes de la CIA destacados para investigarla, perseguirla y capturarla, entonces (como no existen al parecer otros agentes, como la CIA apenas tiene una docena o menos de agentes en servicio), hay que enviar otro que no pueda ser identificado.
Y, claro, la única disponible y que se ofrece para tan peligrosa misión, es Susan Cooper

Entourage: La película

Esa serie de TV, “Entourage”, estuvo del 2003 al 2011 presentándose, lo cual nos hace pensar que debía ser buena o, por lo menos, tan del gusto del público como para permanecer en el aire durante 9 años.
Y es muy posible, también (nunca la vimos), que para levantar el ánimo de los espectadores de la pantalla chica durante ese largo lapso su creador y guionista, Doug Ellin, quien ahora escribe la historia y el guión del film junto a Rob Weiss, se diera maña para ir creando más y nuevas situaciones cada semana.
Pero, da la impresión de que los muchos detalles salpicados de gruesa gracia que presentó en tantos episodios de media hora quiso meterlos todos de golpe en 104 minutos.

Y entonces se nota la historia un tanto forzada, la corrupción, la lucha por el poder, la ansiedad por el dinero que se mueve en cascadas cuando gastar 100 millones en una tontería no es nada extraño, se diluyen y la propuesta no nos mueve a sentir esa codicia, esa lucha denodada por la riqueza, esa promiscuidad del sexo y el desnudo que es cosa corriente en Hollywood.


sábado, 6 de junio de 2015

Libertador


Llevar a la pantalla a figuras cimeras de la historia de la Humanidad siempre ha sido tarea difícil y, en el caso que ahora nos ocupa, “Libertador”, filme venezolano de Alberto Arvelo sobre la figura cimera de Simón Bolívar cae en ese renglón.
Y es más difícil porque ese Bolívar, según sus biógrafos, además de haber sido un creador de la independencia de varias de las naciones de América del Sur, fue también una especie de petimetre enamorado en su primera época y después de la muerte de su esposa María Teresa Beltrán, haciendo que  su maestro, Rodríguez, desesperara porque, según las palabras del maestro “le había instruido para que luchara por la independencia de esos inmensos territorios bajo la férula implacable de la monarquía española.
Claro, como todos saben, al fin Bolívar se decidió y luchó primero bajo las órdenes de Miranda, para luego rebelarse y hacer que le detuvieran, cayendo entonces él en el mismo lazo.
Pero, por supuesto, no estamos aquí para contarles la historia de Simón Bolívar, que para eso están los libros y, claro, ahora la película.
Y esta última, manejado el relato por Arvelo, es un buen intento, nos parece que si alguien sin nociones sobre la vida del General puede quedar bien edificado viendo los sucesivos episodios amorosos y bélicos en los que intervino el reseñado.

“El Médico”, es posible que sea mejor

Y ahora se estarán diciendo que ese subtítulo es un disparate porque ya vimos la película y se supone que, si ya está hecha, pues ya no puede ser mejor.
Aclaramos, entonces.
Lo que sucede es que todo parece indicar que esta película tenía originalmente dos horas y media de duración, pero la que vimos el jueves no alcanza las dos horas.
Nos da la impresión de que se zamparon muy buenos minutos del viaje de Rob Cole desde Inglaterra al norte de África, porque apenas hay un atisbo de su arribo a la Europa continental y luego ya anda soportando las arenas del desierto.
Ahora bien, pensando en lo que vimos, no nos parece nada del otro mundo.

Sí es interesante el planteamiento central: la ciencia, en ese Siglo XI, no podía despegar en Europa porque estaba supeditada a la religión: los médicos prácticamente no existían como tales, apenas los barberos ejercían como tales sacando muelas, poniendo emplastos y sangrando a los enfermos a pura navaja. Si alguno intentaba curar a un enfermo saliéndose de esos límites, caía en herejía, y caer en herejía era peligrar su vida.