sábado, 22 de febrero de 2014

“Dallas Buyers Club”

Si fuéramos realmente honestos, les diríamos ahora que, a decir verdad, “Dallas buyers club” no es una película que nos guste tanto como otras nominadas al tan cantaleteado Oscar.
A decir verdad, la historia de este señor que vivió realmente durante los años 80, Ron Woodroof, un típico tipo del montón, un perfecto tarugo cuyas más maravillosas aficiones eran, no necesariamente en ese orden, las drogas, el sexo, el alcohol y participar en rodeos, lo cual hacía de él una especie de “macho neandertal” al estilo texano, nos interesa porque lo que hizo casi a tontas y locas y teniendo de su lado una increíble buena suerte, le sirvió a muchos enfermos de SIDA a partir del conocimiento de su caso.
Interesante también porque, aunque sin hacer demasiado esfuerzo, la historia de Ron nos deja entrever las manipulaciones del sistema rector de la legalización de los productos medicinales en Estados Unidos de Norte América, la FDA, que permite a laboratorios productores de nuevas drogas para diferentes enfermedades tales como el SIDA, experimentar con seres humanos y hacer pasar por buenos algunas de esas drogas aunque los resultados de esos experimentos no hayan dado lugar a que se dé como probada su eficacia.
Lo que sucedió con Woodroof fue muy sencillo y a la vez increíble: fue a dar al hospital en Dallas, le diagnosticaron VIH positivo, SIDA avanzado, y 30 días de vida. Incluso se asombraron de que estuviera con vida.

“Yo, Frankenstein”

Hace ya casi dos siglos, en 1818, Mary Wollstonecraft, famosa luego como Mary Shelley, inmortalizó un personaje, Frankenstein, Viktor Frankenstein, quien jugó a ser Dios creando un ser humano a través de la experimentación con descargas eléctricas sobre un armazón de partes de cuerpos humanos.
Sobre ese personaje es mucho lo que se ha escrito, docenas de películas se han hecho, en especial las originales, de inicios del cine sonoro, “Frankenstein” (1931), y “The Bride of Frankenstein” (1935), ambas de James Whale, ambas con Boris Karloff en el rol de la criatura que, como de todos es bien sabido, no poseía instintos asesinos pero, al ser diferente (como tantos otros ahora, discriminados porque no son “como todos deben ser”), causa horror y espanto y es perseguido y asediado sin tener culpa alguna en principio.
Pero un sistema comercial como es el de Hollywood no puede sustraerse a la fascinación de tales personajes y, por ello, vuelven y vuelven sobre él pero, no conformes con el personaje original, no satisfechos con lo que sobre él se ha escrito, lo rodean de toda suerte de seres que jamás pasaron por la imaginación de Mary Shelley ni tampoco por la de escritores y guionistas serios como los que escribieron la muy interesante versión que rodara Kenneth Branagh en 1994, Steph Lady y Frank Darabont.


sábado, 15 de febrero de 2014

‘Her’ una simple palabra para una gran película

Es muy posible que si en los tiempos de la Grecia clásica viéramos a alguien hablando solo en la vía alguien pudiera tildarle de loco o, tal vez, de ser un actor memorizando versos de una tragedia de Esquilo.
En los primeros tiempos del cristianismo, un anacoreta se refugiaba en un lugar aislado para no ser parte del mundanal tráfago cotidiano y, muy probablemente, hablaba para sí mismo.
Durante las 5 últimas décadas del siglo XX, si alguien hablaba solo en las calles de seguro sería tachado de loco perdido.
Pero todo eso es parte de un pasado que se ha esfumado en el tiempo. Para Spike Jonze, guionista y director de “Her”, en la actualidad, cuando vemos a alguien caminar y hablar solo, en realidad no lo está haciendo: habla con la novia, con la esposa, con un amigo, con personas de su trabajo, con clientes a través de su móvil o celular.
Pero Jonze va mucho más allá: para él, en un futuro nada lejano, una gran parte de los viandantes de las grandes ciudades camina mientras habla solo como en la actualidad, pero ya no únicamente con los señalados interlocutores, sino también con su propio móvil.


‘Locas y atrapadas’

Es cruel el destino de un crítico de cine e, incluso, de muchos aficionados al cine; por supuesto, aficionados al mejor cine. ¿Por qué lo decimos? Pues muy sencillo, porque les puede suceder lo que nos sucedió a nosotros este jueves en 360: vimos una maravillosa exhibición de cinematografía y, antes de que pasaran 20 minutos, una perfecta exhibición de chabacanería en imágenes: “Locas y atrapadas”.
Y, para culminar, aunque eso no le vaya a suceder a un cinéfilo (a menos que exprese su malestar cerca del “creador” del desaguisado), encima de seguro nos llueven los insultos por decir lo que sentimos.
“Locas y atrapadas” podría ser una comedia con mejor suerte que otras por el estilo de “Mi angelito favorito” o “Vamos de robo”, porque lo que propone es, en principio, más interesante, posee mayor peso específico como tema a desarrollar: lo que sucede en las vidas de cinco mujeres adultas que quedan atrapadas en un ascensor.

sábado, 8 de febrero de 2014

“Código sombra” Shadow Recruit

Esta semana sucede algo extraño en los estrenos: dos directores que han realizado películas muy serias y excelentes, se decantan en esta oportunidad con películas convencionales con suficiente acción como para hacernos mantener los ojos abiertos (caso presente) o con un intento de suspense que no cuaja (caso siguiente: Clooney).
La que ahora nos ocupa, “Código sombra”, en su inglés original Jack Ryan: Shadow Recruit
, nos devuelve a la saga del agente de la CIA Jack Ryan, a cuyo personaje lo hemos visto desde 1990 cuando se hizo “The Hunt of the Red October”, luego en 1992 en “Patriot Games”, “Clear and Present Danger”, 1994, y por último, en 2002, en “The Sum of All Fears”.
Ahora bien, no se trata en esta oportunidad de otra novela de Tom Clancy, como las mencionadas, sino en el uso del carácter, del personaje creado por él, y que, como se ha puesto de moda, ya no es el veterano de antes sino un joven que primero es miembro de los Marines y es mal herido en acción heroica, luego es “orejeado” por Thomas Harper, oficial de la CIA quien lo contrata como analista y, finalmente, lo envían en misión de analista a Rusia para que, debido a lo que se cuenta y que no contaremos, se convierte de analista a agente de pura acción como los antecesores.

Operación Monumento

Si Kenneth Branagh por lo menos funcionó con su “super héroe” del “Código sombra” como director, no podemos decir lo mismo de George Clooney.
Porque, para comenzar, Clooney, aunque apenas ha dirigido tres películas, todas ellas son buenas y por lo menos dos son cintas de peso, comprometidas incluso políticamente, bien realizadas, con excelentes guiones: “Good Night, and Good Luck”, del 2005, y “The Idus of March”, ambas cintas que son no sólo interesantes sino metidas de lleno en lo que significa el quehacer político norteamericano de antes y de ahora.
Por esa razón, no atinamos a pensar en, precisamente, lo que estaba él pensando cuando coescribió este guión junto a Grant Heslow.
Sí, pueden decir lo que se dice y se repite casi machaconamente durante el desarrollo de la historia: la Humanidad, así, con mayúscula, no puede avanzar si no posee el soporte de sus creaciones más excelsas, vale decir, su literatura, su música, su pintura,etc.

sábado, 1 de febrero de 2014

‘12 años de esclavitud’


Lo que nos narra con lujo de detalles el británico Steve McQueen en “12 years a slave” es, a pesar de su crudeza, a pesar de que lo que se cuenta sucedió en verdad de 1951 en adelante, pueden afirmarlo, es apenas un botón de muestra de lo sucedido durante los siglos XVIII  y XIX, no solamente en Estados Unidos sino en toda América.
Con toda razón, McQueen, que es negro y evidentemente siente lo que dice y lo que ha hecho, refiere que sobre el Holocausto se han realizado docenas de películas de ficción y documentales, pero, sobre lo sucedido con la esclavitud negra en la época señalada es muy posible que se puedan contar con los dedos de las manos, posiblemente se pueda incluir un pie.
Pero, entrando ya de lleno en lo que es este film, podemos asegurar que nos impresionó, que nos mantuvo clavados en la butaca durante esos 134 minutos, pero no única y exclusivamente por su contenido, por el horror recurrente que enfrentamos de principio a fin, sino por su soberbia estructura cinematográfica.

“Escándalo americano”

No podemos negar que nos gusta David R.Russell como director. Sus tres films anteriores son buen ejemplo de su destreza: “Three Kings”, del 99, “The Fighter”, del 2010, y “Silver linings playbook”del 2012 son buena prueba de ello.
Sin embargo, a excepción de la primera de ellas, “Three kings”, cuyo guión es suyo basado en una historia de John Ridley, los guiones de las otras son menos consistentes cuando él interviene en su ejecución: en “The Fighter”  no puso una letra, la historia es de Keith Dorrington, Eric Johnson y Paul Tamasy, y el guión de los dos últimos y Scott Silver, y es muy bueno. En cambio, Russell escribió el guión sobre la novela de Matthew Quick y nos pareció, en comparación, el más flojo de los tres, incluso más convencional y previsible; que la novela ofreciera lo mismo no importa, lo que interesa es el resultado final diegético.